Telefónica dejará el negocio de las telecomunicaciones en el país luego de 35 años de operaciones directas, luego que en noviembre del 1990 la empresa española tomara el control del 50% de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL).
En el medio la presencia de la compañía sobrevivió al menemismo, a la Alianza, el duhaldismo, al kirchnerismo, Mauricio Macri y a Alberto Fernández. Sin embargo, los cambios tecnológicos, la aceleración de las comunicaciones satelitales y la necesidad de invertir miles de millones de dólares para sostener la competitividad, hicieron que la empresa española tomara la decisión de concentrarse en Europa y vender su negocio en América Latina. Salvo Brasil.
La venta de la operatoria en Argentina implica, como se conoció, que sea el grupo Telecom quién tome el control del servicio en Argentina, lo que llevaría a la empresa a detentar aproximadamente el 70% del mercado. Sólo quedaría Claro del mexicano Carlos Slim como segundo operador, en situación más que desventajosa. Todo a la espera que aparezca en escena el gran operador del mercado que desde lo más alto del poder se espera que desembarque: el norteamericano Elon Musk con su servicio satelital de Starlink.
Se sabe que Javier Milei le ofreció la apertura de la prestación del negocio en todas las ciudades del país, lo que se habilitaría formalmente en diciembre de este año. Pero, además, se aguarda la llegada tecnológica de la aplicación de Starlink a nivel celulares, algo que demoraría unos años más, pero que para finales de esta gestión de Javier Milei estaría disponible. Junto con la tecnología del 5G. Precisamente este factor es por el que el mercado defiende la posibilidad de una Telecom amplia, fuerte y poderosa: solo así podría una compañía de telecomunicaciones pueda competir ante un desembarco triunfal de Elon Mask y su Starlink. Para esto Telecom debe garantizar además de la compra de Telefónica y la ampliación de su participación en el mercado, un nivel de inversiones importante. Multimillonario.
Aquí es donde empieza a tallar el verdadero operador de la compra de Telefónica por parte de Telecom. Se trata del propietario del 40% de las acciones de la compañía compradora: el mexicano David Martínez. Un hombre prácticamente desconocido para el gran público, pero que es un actor fundamental para la vida financiera, empresaria y política del país
Nadie lo ve llegar y nadie sabe cuándo llega o abandona la Argentina, pero lo cierto es que el enigmático empresario es una figura imprescindible para entender los últimos años de los negocios y el poder en el país.
Tiene un puñado de leales colaboradores criollos que le preparan escuetos papers sobre la marcha de la economía, la evolución de los mercados de capitales internos, la visión sobre el largo, mediano, corto y cortísimo plazo, y un dossier político sobre un tema que comenzó a apasionarlo: el peronismo. Casi no tiene contacto directo con funcionarios de ningún nivel antes de la hora de cerrar acuerdos. Las negociaciones son mantenidas por sus más cercanos colaboradores, dos mexicanos y unos cinco argentinos.
Le encanta el país y, disimuladamente, en cada visita, se hace tiempo para ver obras de teatro y películas autóctonas. En Buenos Aires tiene una gran ventaja. Nadie conoce su rostro y puede circular sin mayores problemas. Dice que se siente libre en estas tierras, más allá de que un puñado de guardaespaldas (algunos locales y otros connacionales del visitante) lo custodien de muy cerca. Su última inversión en Buenos Aires no fue ni una empresa, ni en tecnología ni recursos humanos. El mexicano pasó varias horas en un salón privado del barrio porteño de Retiro comprando arte autóctono.
Un marchant le organizó un evento privado donde se le presentaron cuadros, esculturas y muebles antiguos para que elija a gusto y comodidad. Se menciona que Martínez quedó encantado y que gastó una cifra cercana al millón de dólares, prometiendo más adquisiciones. En sus planes inmediatos está avanzar todo lo posible en Telecom. Aseguran sus colaboradores que la idea del mexicano es argentinizar la empresa, quitándole con el tiempo todo resquicio del pasado de Telecom Italia. Para esto, quiere que el management sea un 100% local y hasta que haya participación sindical. Piensa también ser de los primeros en comprometerse a invertir cientos de millones de dólares, en la próxima licitación oficial para avanzar sobre el sistema 4G, siempre a nombre de Telecom.
El mexicano, propietario del fondo Fintech, es además un observador permanente del mercado de empresas energéticas argentinas. Por su escritorio pasan alternativas de desembarque en compañías como Edesur, Metrogas e innumerables alternativas de asociación con petroleras internacionales que tienen a Vaca Muerta como su norte pero les falta conocimientos de los vericuetos criollos para llegar al yacimiento neuquino.
Martínez espera además una respuesta desde el gobierno nacional para negociar con Burford Capital una salida de la crisis generada por la manera en que se renacionalizó YPF en 2012; afirmando que tiene la llave para levantar un teléfono y cerrar alguna acción financiera para desanudar el conflicto generado por la manera en que la petrolera paso a manos nacionales. Ya había ofrecido sus buenas artes y sus contactos en otras dos oportunidades. Una sin éxito. Y otra que sí.
La primera fue en 2014, en medio de la negociación con los fondos buitre por el “juicio del Siglo”. Martínez le llevó a Axel Kicillof un oferta diseñada con un puñado de bancos argentinos comandados por el Macro de Jorge Brito (padre). Desde su compañía, Fintech, se le llevó ante Axel Kicillof una posibilidad de abrir negociaciones a cambio de bonos de deuda a pagar desde 2015, asegurando que tiene el teléfono rojo para abrir negociaciones con la mayoría de los holdouts. Esto en medio de una pelea histórica de Martínez con Paul Singer, dueño del fondo buitre NML Elliott, el principal litigante contra el país en los tribunales norteamericanos. Ambos mantienen aún hoy una muy vieja pelea abierta en México por un fallido intento de compra de una empresa histórica llamada Vitrium. Martínez quería reflotarla y Singer partirla y vender los pedazos. Esa disputa la ganó Singer.
Luego, a mediados de 2020, intervino personalmente (invitado por algún político argentino de peso, mucho, durante el gobierno de Alberto Fernández), en la negociación por la reestructuración de deuda que comandó en aquellos tiempos el entonces ministro de Economía Martín Guzmán. En tiempos en los que los fondos de inversión acreedores más duros se mantenían, Martínez comenzó a transpirar sus teléfonos satelitales, para que se escuchara con más cariño la propuesta de repago de los bonos argentinos que el país estaba ofreciendo. Varios de sus conocidos en Wall Street aceptaron el convite; y, se afirma, que fue un primer paso para recomponer el dialogo.