Las negociaciones entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se trabaron, y las partes no volverán a cruzarse hasta la segunda semana del 2025. Y no por una cuestión de desacuerdos entre el país y el organismo financiero; sino por una cuestión menos solemne y técnica. Los hombres y mujeres del staff del Fondo, comenzaron esta semana sus vacaciones por las fiestas; un clásico tanto del FMI como de cualquier organismo internacional formado por personal internacional que en cada Navidad o Año Nuevo vuelven a sus países de origen o permanecen en el lugar de misión pero aprovechan los feriados asignados para recorrer el lugar.
Como sea, el viernes de la semana anterior fue el último día de negociaciones entre el ministerio de Economía de la República Argentina y el staff del departamento para el Hemisferio Occidental que trata el caso local con el venezolano Luis Cubeddu a la cabeza. Y se esperará a que esa repartición vuelva a poblarse de técnicos que retornen de sus lugares de origen o vacaciones, para continuar con los diálogos. Lo más probable es que las líneas virtuales vuelvan a conectarse desde el lunes 13 de enero, cuando desde ambos lados de las pantallas de computadoras reaparezcan tanto los funcionarios locales como los internaciones contratados por el FMI. Hasta ese aviso, no habrá actividad.
De todas maneras, las partes lo que espera es a otro momento de enero. El 20 del próximo mes volverá a asumir la Presidencia de los Estados Unidos Donald Trump, y se espera que la relación entre el país y el FMI se rearme con otras condicionalidades. Más hacia el Fondo que hacia Buenos Aires.
La foto que quedó de los últimos encuentros entre las partes no arrojó novedades a lo que se discutió durante el último semestre del año; aun sabiendo las partes que la llegada de Trump cambiará la historia. Los cuestionamientos del FMI apuntan primero a la lentitud en la recuperación de las reservas; y, segundo, a los efectos del actual tipo de cambio en la competitividad de la economía. Nada nuevo.
En definitiva, lo mismo que el organismo financiero internacional le viene marcando a los negociadores locales, desde agosto pasado; cuando aún el chileno Rodrigo Valdes era el encargado del caso argentino. Lo novedoso del caso, es que ya casi terminado el 2024, los cuestionamientos se sostienen, aún cuando desde el Palacio de Hacienda se le mostraron a los hombres y mujeres del FMI, los datos de compra de divisas, estabilidad cambiaria y sostenimiento del superávit fiscal primario y financiero.
La última versión de las dudas desde el FMI fueron los planteos de los negociadores argentinos enviados a Washington durante la primera semana de diciembre encabezados por el viceministro argentino José Luis Daza, donde se habló de la reducción del ritmo de depreciación cambiaria del 2 al 1% en un período gradual que terminaría en antes del fin del primer semestre del 2025; y que disminuiría aún nmpas la velocidad de devaluación local. Exactamente lo contrario de lo que reclaman desde el Fondo, donde aún se habla de la necesidad de un fortalecimiento del dólar de no menos del 20%. Desde las oficinas de Cubeddu, se menciona que hay un argumento nuevo, surgido, curiosamente, desde el triunfo de Trump: la devaluación de las monedas regionales competidoras del país, especialmente el real brasileño y el peso uruguayo; las que, puntos más puntos menos, perdieron contra el dólar el mismo 20% que el FMI le reclama al país.
Estos argumentos escuchados una y otra vez por Daza en sus dos viajes a Washington, son, para Javier Milei y Luis “Toto” Caputo, cuestionamientos inaceptables. Y hasta algo irritantes. Milei no devaluará. Ni ahora ni durante ningún momento del 2025, año electoral donde los libertarios se juegan su supervivencia en el tiempo. Y menos en los niveles que reclaman desde Washington. Otra vez, ante el panorama, entre las partes, sólo queda esperar al 20 de enero; y que cambie el signo político de los tiempos internacional.
Todos saben que igualmente ya hay una fecha tentativa máxima para cerrar el acuerdo. Y también el tipo de formato que este tendría. La frontera actual es la tercera semana de abril del 2025. En esos días el FMI organizará su Asamblea Anual Conjunta de primavera organizada en conjunto con el Banco Mundial, y que representa uno de los dos eventos más importantes del año para ambos organismos. Para ese momento, y por decisión propia de la directora gerente Kristalina Giorgieva, el caso argentino debería estar definido, en sus dos versiones.
El cierre del ejercicio 2024, algo que no demandaría mayores problemas. Lo más complejo será terminar de elaborar para esos días el nuevo acuerdo que tendrán las partes. La idea del gobierno argentino, compartida en general con reservas parte por el FMI, es relanzar el Stand By firmado por Mauricio Macri entre el 2018 y el 2019m suspendido luego de la derrota de Cambiemos en las PASO de agosto de ese último año y que finalmente terminó sepultado luego de la asunción de Alberto Fernández el 10 de diciembre de 2019.
Luego fue renegociado en un Facilidades Extendidas por Martín Guzmán firmado en marzo de 2022. Lo importante del dato de la renovación del Stand By, es que de ese préstamo cerrado en mayo y junio del 2019, tenía un monto total acordado por unos 55.800 millones de dólares; de los que se liquidaron a agosto de ese año unos US$ 44.800 millones. Esto quiere decir que, si se revitalizara y relanzara aquel acuerdo firmado por Macri; el país tendría disponibilidad de unos US$ 10.000 millones. Se especula entonces con que, como piso, ese podría ser el dinero que podría recibir extra la Argentina en sus negociaciones con el FMI. Se sabe que Javier Milie y Luis “Toto” Caputo quieren más. Bastante más, y que negociarán por un monto superior a los US$ 15.000 millones. Otra vez, la llave la tiene Donald Trump.